Lo difícil viene después. ¿Qué nos empuja a seguir corriendo kilómetro tras kilómetro, casi siempre por las mismas pistas y los mismos senderos?
Si correr ha entrado en el selecto club de tu rutina diaria/semanal ya es difícil que lo abandones. Si se tardan 21 días en asimilar un nuevo hábito y el deporte es uno de ellos será incluso más complicado que dejes de correr. Además, sabemos que correr es un arma eficaz contra el estrés y ahí tenemos otro punto para que nuestro cerebro nos incite a calzarnos las zapatillas y salir a la calle. ¿Un día malo en la oficina? Tu mente sabe que unos kilómetros más tarde regresarás a casa como nuevo.
Luego está el empujón puramente deportivo. Una carrera popular -salvo que seas un atleta profesional, y ahí ya tienes suficiente motivación-, correr por primera vez una media, un maratón, un ultra, mejorar tu marca, salir a trotar con tu grupo de entrenamiento -sí, también tiene componente social-. Todo vale para animarnos a abandonar el sofá.
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