viernes, 31 de enero de 2014

Fuerza de voluntad

En cualquier faceta de nuestra vida, en cualquier actividad en la que nos embarquemos con más o menos pasión, siempre hay un momento en el que la mente nos sugiere posponer lo que tenemos que hacer y dejarlo para otro momento. Hoy no me apetece es un pensamiento muy común hoy en día, que nos ata a la rutina, nos atrapa en nuestra zona de confort e impide hacer lo que es necesario para alcanzar nuestros objetivos.

Para ello tenemos una habilidad conocida como fuerza de voluntad, cuyo nivel desarrollo diferencia a las personas que han conseguido lo que se proponían de aquellas que siguen en un bucle. Una idea, un concepto rápido es el de, cuando tengas un momento libre, hacer aquello que menos te apetece hacer.

A la hora de emprender nuevos hábitos, como iniciarnos en la práctica de la meditación, del mindfulness o del running, entrenar a diario nuestra fuerza de voluntad nos ayudará a crecer como personas y evitará arrepentimientos futuros a causa de la dejadez. Ojo, esto no quiere decir que saltarse una sesión, un día de estudio, posponer una actividad de forma puntual -pero controlada- sea contraproducente. Digamos que hacer lo que debemos hacer nos da permiso para portarnos mal.

¿Y cómo desarrollamos esta habilidad?

En realidad, todo está relacionado con el concepto de conciencia. Esto nos permite evitar los actos impulsivos y ser más responsables. Cinco minutos diarios de meditación son un entrenamiento valioso para nuestro cerebro. Ponte una alarma y reserva ese tiempo. Para empezar -más adelante profundizaremos en esta práctica- valdrá con una silla, un lugar tranquilo y ordenado y centrarnos en la respiración. Concéntrate en cada inspiración y espiración y si la mente se distrae, no te preocupes que lo hará, regresa a tu respiración.

Junto con este primer paso, puedes grabarte mentalmente un mantra. Scott Jurek, ultrafondista, utilizaba uno muy útil: "En ocasiones lo tienes que hacer y punto". Cuando no te apetezca levantarte de la cama, salir a correr porque hace frío, lavar los platos o limpiar la bandeja de arena de tus gatos, recuerda: "En ocasiones lo tienes que hacer y punto".


martes, 28 de enero de 2014

¿Qué es Zen?

Zen es el arte de la conciencia. Su equivalente sánscrito es Dhyana, que significa "atención plena al momento presente". Aunque el Zen está relacionado desde sus orígenes con el buda Sakhiamuni, no se basa en ninguna ideología ni obedece un dogma concreto.

Si bien puedes escuchar que la práctica del Zen es complicada, no lo es. Solamente requiere de atención y repetición. Se trata de prestar atención al momento presente y caer una y otra vez en la práctica de la meditación, es decir, sentarse en Zazen.

El Zen está ligado a un concepto antiguo en práctica pero muy de moda en la actualidad, el mindfulness. Se trata de vaciar la mente, de estar en el momento presente. Esa es la clave de todo. Si estás lavando los platos, lava los platos. Si estás escuchando música, escucha música. No es tan fácil, ¿verdad? En cuarto tomas consciencia de tu mente, te das cuenta de lo rápido que cambia de un pensamiento a otro, de su volatilidad. Una definición muy popular en oriente es la de mente simiesca, donde los pensamientos surgen y se mueven como un mono en la selva saltando de rama en rama. Gráfico y fácil de entender.

Y esta es solamente una de las aristas, ya que la sencillez y la simplicidad, la práctica del desapego o la serenidad se suman y complementan en el Zen . Vivir el momento presente con atención es un remedio eficaz para no fantasear con el futuro, adelantar malas experiencias que solamente aportan sufrimiento -ni siquiera vivido, solo imaginario- o recordar una y otra vez hechos del pasado que destruyen el ahora.

No hace falta nada especial para practicar el Zen, solamente prestar atención, un cojín o una silla y una pizca de dedicación en los inicios. Se trata de ser constante. Además, es una práctica que se puede realizar en cualquier instante, caminando, comiendo, trabajando...y corriendo.



¿Por qué correr?

Ya hemos visto -muy por encima- qué es eso del Zen. Antes de profundizar en la materia, vamos a hacernos una pregunta: ¿Por qué correr? ¿Por qué abandonar la comodidad de la calefacción y el sofá y salir al parque a practicar eso del running?

Quizás el punto más importante: correr -moderadamente- es salud. De hecho, al realizar ejercicio físico disminuye el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y, paralelamente, aumenta nuestra capacidad aeróbica. Pero hay más, se reducen las posibilidades de sufrir hipertensión arterial u obesidad entre otras enfermedades.

Nuestro cuerpo no ha evolucionado durante miles de años para llevar una vida totalmente sedentaria. Mientras corres, tus huesos se fortalecen, tu tejido muscular aumenta y tu tejido graso disminuye.

Es fácil y barato. Cualquiera, para empezar, puede ponerse las zapatillas y salir de casa. Solo hace falta una pizca de fuerza de voluntad al principio porque...¡correr engancha!

Sí, es adictivo. Genera endorfinas, esa hormona conocida como "la de la felicidad". Ayuda a reducir el estrés, genera sensación de bienestar y placer.

Correr se convierte en un modo de vida, un reto de superación personal diaria. Entrar en contacto con la naturaleza y contigo mismo. Cuando corres durante una hora seguida, ¿en qué piensas? Si eres consciente de ello, es una vía más para la práctica de la meditación en movimiento.


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